Palabra de mujer
El mesías político
Una vez tuve un colega mediocre. Siempre llegaba tarde, faltaba muy seguido, era flojo, deshonesto, desconsiderado con sus otros colegas, grosero, con una actitud de “eso no es mi trabajo, no es mi problema” o “eso no me toca a mí”. Un ciudadano maleducado de esos que tiran basura en la calle, conduce como mamarracho y no tiene problema con fumar a un lado de una mujer embarazada. Era tan malo para su trabajo que un día, le despidieron y se fue de la compañía culpando a la mala suerte, a sus jefes malvados y a sus colegas poco solidarios.
Pero eso sí, este mequetrefe era un apasionado de la política, nunca se había afiliado a ningún partido, ni participaba de ningún proyecto político, ni nadie le había prometido ningún puesto en la función pública. Es más ni siquiera estaba afiliado a un sindicato. Pero a la hora de la comida, hablaba con su bocaza tan abierta como para que pudieras ver su comida masticada; de lo mal que estaba el país, por culpa de tanto político corrupto. Siempre se quejaba de que por culpa del presidente y de los diputados estábamos como estábamos. Y que por eso todos éramos pobres, y teníamos pésimas condiciones de trabajo, y de que ahora sí cuando ganara fulanito, las cosas iban a cambiar, todo iba a ser diferente. Nunca especificaba en qué, pero según él todo sería maravilloso.
No voy a decir a qué candidato o partido le atribuía este individuo tales milagros, porque ese no es el punto de esta columna, y para lo que pretendo probar no viene al caso. Lo que quería es darles un ejemplo de cómo el hombre mediocre atribuye el fracaso de su vida presente al actual gobierno, y pone todas las esperanzas de un mejor futuro en el siguiente. Me parece increíble ver a tantos mexicanos de la misma clase social, que igual tienen que trabajar, pagar impuestos, y cumplir responsabilidades enfrentando la inseguridad; atacándose en redes sociales para defender lo indefendible: a la clase política mexicana.
A pesar de lo que nos ha mostrado la historia, y de los avances en la ciencia y la filosofía. Los ciudadanos de este siglo siguen creyendo en un mesías político, un solo individuo que con una propuesta mágica va a llegar a resolver en un sexenio los problemas de corrupción, pobreza, delincuencia, economía, educación, salud entre otros que llevamos siglos arrastrando.
El cambio, y con esto me refiero a mejores condiciones de vida para la colectividad, no es producto de la labor de una sola persona o de un gobierno. Los cambios importantes son producto de la suma de muchos esfuerzos individuales y colectivos que incluye a muchos sectores, son producto de la evolución de las instituciones. Es la suma del esfuerzo de millones de seres humanos a lo largo de generaciones y pueden llevar siglos en procesarse.
Nos falta más espíritu crítico, no sólo hacia las vacías promesas que nos hacen nuestros candidatos a la presidencia, sino a nosotros mismos. Queremos ganar más, vivir mejor y pagar menos impuestos. Y ni siquiera estamos dispuestos a obedecer las leyes de tránsito, no nos gusta trabajar extra, no leemos, queremos darle mochada al tránsito porque queremos evadir la ley, y a veces ni siquiera estamos dispuestos a ceder el paso. ¿Y le exigimos a nuestra clase política honestidad? ¿Consideración a los demás?
Si nos viéramos con pensamiento crítico a nosotros mismos y a nuestro país, sabríamos que no hay un presidente que llegue a salvarnos a todos de nuestra propia estupidez. Que cambie de la noche a la mañana siglos de corrupción que empezaron cuando se enfundó la última pistola en la Revolución Mexicana y los caudillos sobrevivientes se repartieron el país. El gobierno no es un caballo al que te subas y lo lleves a la derecha o a la izquierda. Más bien sería como una bestia de mil cabezas en la que intervienen muchísimas manos, y cerebros y mecanismos. Una maquinaria realmente compleja imposible de alinear desde un solo punto.
El sistema se cambia desde el interior del propio sistema, cuando los ciudadanos que forman parte de él, son gente con conocimiento, con valores, con disciplina. ¿Y de dónde creen que salen esos ciudadanos? Pues de la misma sociedad en la que estamos inmersos, sí esa misma sociedad de mexicanos que no quieren cumplir la ley, ni levantarse temprano para ir a trabajar y que no abre un libro ni en defensa propia.
Al día siguiente, o al año siguiente después de que tome protesta quien será nuestro nuevo presidente seguirás ganando lo mismo, trabajarás en donde mismo y seguirás pagando los mismos impuestos o más dependiendo de la Reforma Fiscal en turno. Y eso no cambiará (a menos que seas parte de su gabinete o pertenezcas a los estratos más altos del partido ganador) a menos que trabajes más, que te prepares y que te esfuerces.
Y durante el sexenio de este nuevo mandatario hasta el final habrá los mismos millones de pobres, solo que los programas de asistencia social tendrán otros nombres y los comunicados oficiales tendrán otros colores. Y los nombres de quienes se robarán los recursos públicos serán otros, de diferente partido.
Tu vida no va a cambiar si no la cambias tu, y nuestro país no va a cambiar a menos que empecemos a pensar colectivamente, a ser más solidarios, más responsables, más disciplinados. Y tal vez con la suma del esfuerzo de todos los mexicanos, tus hijos o tus nietos, comenzarán a ver los vientos de cambio de un país mejor, más justo, con mejores condiciones para todos. Quien te prometa que va a darte eso en un sexenio te está mintiendo, y no deberías confiar en él o en ella. Tal vez es hora de que los mexicanos dejemos de atacarnos entre nosotros para defender a candidatos que tienen una larga cola que les pisen (todos, ningún candidato se salva) y hagamos un frente común para atacar a esta clase política que ya nos tiene hartos, ese sería un buen comienzo para el cambio.
Hasta la próxima.