Resoluciona
La política desde otro ángulo
Cuando uno se siente ensimismado, absorto en sí mismo, hace falta una pausa, un espacio para dejar de estar perdido en el propio personaje en que uno se expone al mundo.
La política en general está perdida en su quehacer entre remolinos de poder por el poder, amasar dinero a costa de lo que sea, perderse en los reflectores mediáticos y prostituir la palabra.
Seguir pensando y repensando la actividad política en esta pesadumbre de remolinos es seguir en paradigma que no ofrece los argumentos que puedan disolver el malestar de nuestra sociedad, un México corrupto, por desgracia lo que provoca pobreza, impunidad y escasas oportunidades.
A nivel de servidor público, los cuatro remolinos mencionados también están presentes en lo individual ya que somos muy propensos a re-normalizar lo que el ambiente pulula a nivel de ideas, acciones, sentimientos, luego actuamos de esa forma. Viene la auto justificada expresión de “es que así nos hace la sociedad, el poder”. Reactivos emocionalmente. Esto es perderse, ensimismarse y no buscar ver desde otra perspectiva serena y profunda; íntima.
La subjetividad sí es ordenable
Creemos que nuestra subjetividad siempre estará a la suerte, “que así somos”, un velero sin vela porque no tenemos, no nos esmeramos por crear una cultura del cuidado de nuestras reacciones y emociones, eso no se enseña en las escuelas.
Cuando uno no apuesta a servir de manera virtuosa, es decir orientarnos a servir buscando la perfección y plenitud, entonces, la actividad y uno mismo se empobrece, se limita.
La política como expresión sale de su ensimismamiento enfermizo cuando se ve a sí misma desde hacerse un arreglo de fondo al aspirar a generar virtud y además teniendo como base de la acción política a la misma virtud. Hay que desenterrar a Aristóteles pues la política sin la virtud como base y aspiración daña a uno mismo y a la sociedad.
La virtud hay que desocultarla cuando empezamos a reconocer nuestro rasgo caracterológico, nuestra falta, nuestro caos personal, el vaivén de pensamientos que nos jalonean hacia el hacer, pensar y sentir como las cosas ya están conformadas, re-normalizando conductas imitativas y dependientes, el exceso de lo convencional, “pan con lo mismo”, la violencia, el desprestigio como armas para alcanzar logros. Por lo tanto, un sistema de actuación política se sostiene por el subjetivismo afín de quienes se empoderan socialmente de nuestras estructuras y desde allí todo se deviene en un sistema corrupto. Donde las personas en la parte baja de dicho sistema también se están alimentando de esta reactividad o malestar y esperan la oportunidad o algún momento para estar en la posición del que pisa y ofende pues ya en la psiquis se ha formado esta manera de entender la realidad social. Esto sucede cuando uno no desoculta su propia debilidad, falta o malestar para luego ir cultivando en lo individual o personal serenidad, certeza y alegría que visto a nivel de servicio público se traduce socialmente como templanza, prudencia, fortaleza y justicia.
Esto socráticamente, significa producir el bien mediante razonamiento y profundidad. Para Platón, disponer de nuestro intelecto, voluntad y emoción que traducidas a virtudes serían sabiduría, valentía y autocontrol.
A diferencia de estar meramente informado, la sabiduría te permite disponer de lo correcto y la sabiduría desde la tradición iniciática, que perfectamente conoció Aristóteles, se encarga de iniciar el desocultamiento de la propia falta donde el conocimiento sólo es virtuoso cuando hay re-conocimiento y entonces sí uno puede hacerse cargo de su obstáculo personal, que terminará, si el viaje es bien llevado en transformarse en su maestro.
Universidad y sabiduría
Las universidades requieren retomar la importancia de generar planteamientos y enseñanzas, investigación y cuidado del malestar personal, de nuestra incongruencia, nuestra polarización para desde allí estar procesando la virtud que es el trabajo donde uno se hace héroe al luchar contra sí mismo por auto transformarse. Desde esta condición podríamos generar una estructura, cuadros que lleven de la mano al desarrollo de la información, ciencia y tecnología, con el desarrollo de la sabiduría lo que impactaría en un sistema de bien ser y bien estar.
Un bienestar duradero solo es factible desde construir un bien ser lo que actualmente el político en términos prácticos ignora. ¡Que lo interior se refleje en lo exterior ordenando así nuestra psiquis, nuestra palabra y nuestros impactos sociales finalmente!
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