Mi Mochila Viajera
El mejor regalo de cumpleaños: VIAJAR
Desde hace ya seis años sigo la bonita tradición de pasar mi cumpleaños de viaje. Quizá por que para mí esa fecha es muy importante y me gusta celebrar de una forma que me haga sentir especial conmigo misma. Por lo tanto, no hay mejor auto regalo que explorar alguna ciudad nueva, un pueblo lejano o simplemente cambiar de aires o visitar algún sitio que me haga sentir más viva que nunca.
Cuando estaba próxima a cumplir los 30 años, me dio pánico sentir que no había hecho algo provechoso de mi vida. Así que, contrario a lo que todos pudieran pensar, omití la gran fiesta y solo festejé con algunos cuantos amigos importantes en ese entonces.
Pero hacer fiestas ya no me llenaba. Lo consideraba un gasto inútil, un estrés innecesario y un sinfín de detalles absurdos que debía cuidar para que la gente viniera a verme, como si le dijeras al mundo: “¡Hey, mírenme, háganme caso porque soy especial por lo menos un día al año!”.
No. Ya no quería esperar llamadas, mensajes o reverencias durante 24 horas. Mi vida no se limitaba a eso. Si iba a entrar al “tercer piso” tenía que ser de manera original o, por lo menos, a mi manera, como diría Frank Sinatra.
Así pues, me embarqué hacia Cancún y tuve uno de los cumpleaños más memorables frente a la playa, cenando en un restaurante que yo elegí, comiendo lo que a mí me gustaba y sin preocuparme por nada más, que por complacerme y sentirme feliz en ese momento. Así pues, di paso a una de las mejores etapas de mi vida: la viajera.
Conforme pasan los años, esto se ha convertido en una pasión. Cada mes de junio me emociono porque sé que una nueva aventura me espera. Sola o acompañada, lo importante es estar yo presente y hacer contacto conmigo misma y con el entorno. Estar consciente de que en edad es un año más y puede ser que un año menos que me queda por vivir. Depende de cómo lo veas.
Así pues, logré ir a Chiapas, luego a San Luis Potosí, luego brinqué a las Vegas para mis 33. Cuba fue buena idea para llegar a 34; mientras que Nueva York me hizo los honores en los temidos 35: la mitad de la década, ¡qué susto! Por ahora debo andar en algún sitio desconocido celebrando los bien vividos 36, seguramente con alguna copa de vino o haciendo realidad un sueño viajero, como ya es costumbre.
Al final, no importa en dónde estés el día de tu cumpleaños, sino la forma en que lo disfrutas y haces lo que realmente deseas. Porque por un día entero te sientes el rey o la reina del mundo, eres invencible y te estás convirtiendo en una persona más sabia.
Comerte el mundo también es parte de esa travesía entre año y año, la vuelta al Sol que estás completando no es cosa de nada. Te costó sobrevivir, te costó ahorrar para irte de viaje y pasarla de lo mejor; te costó llegar hasta aquí. Disfrútalo, apapáchate y pide con todas tus fuerzas cumplir un año más la próxima vez. Hazlo viajando. Es el mejor sentimiento del mundo. Te lo juro.