Café exprés: Mudanzas
Mudanzas
Cuando hacemos una mudanza, nos damos cuenta de todo lo que, poco a poco, acumulamos. Nos llenamos de cosas con el tiempo. Cosas que a veces no tiene sentido almacenar o guardar (¿para qué o para quién?), cosas que se nos hace imposible o muy complicado desechar, cosas a las que les tenemos un cariño especial (por ene o ye situación) o simplemente cosas que nos traen recuerdos.
Entonces, al momento de realizar una mudanza cargamos con todo esto. Para muchos podría ser considerado un lastre, para otros (para quienes somos verdaderos fanáticos de la recolección o acumulación, le dirían otros) esos objetos son valiosos.
Desde que tengo memoria colecciono muchas cosas, empecé almacenando pañuelos (paliacates que me ponía en la cabeza), sí, en la década de los años noventa usaba pañuelos en la cabeza. Posteriormente coleccioné cassettes de música, lo que yo oía para mí. Usaba un walkman de la marca Sony (que consumía baterías sin moderación) y llevaba mis cassettes para todos lados; a veces trabajaba para comprar la edición original, a veces compraba de los que vendían en el mercado (grabados o pirata) o a veces yo mismo grababa las canciones de la radio.
Posteriormente esto de las colecciones pasó al almacenamiento sin recato de discos compactos. El cassette fue desplazado por el disco y el walkman fue desplazado por el discman. Compré también miles de discos, algunos todavía los tengo, otros los he perdido, prestado (y ya no han vuelto) otros se han roto… etcétera.
Dentro de mis obsesiones está la de coleccionar libros. Esto me ha llevado a amar la carrera que cursé: Letras y Periodismo. Jamás he ejercido el periodismo como tal, claro, en alguna ocasión fui reportero del periódico Ecos de la Costa y del Colimán en su sección de policíacas o sucesos, la nota roja, cuando en Colima lo más grave era el robo de un producto Marinela, el robo de una gallina o qué sé yo.
El “trabajo” era ir a la dependencia a recoger el “parte de novedades”, después acudir a la redacción del periódico y hacer las notas que venían ya en el “parte de novedades” terriblemente mal redactadas. Lo confieso, hubo noticias que las tuve que inventar por eso mismo, ello me dio la pauta para escribir también mis primeras historias. Historias que ya había empezado a escribir desde que era estudiante de secundaria o bachillerato.
No voy a hablar aquí de mis primeras historias, sino de la mudanza, tampoco hablaré de las colecciones, pero todo está ligado. He tenido muchas mudanzas en mi vida, ahora incluyo una más. Resulta que me mudé hace poco de oficina. Tenía trece años colaborando en la Dirección General de Publicaciones de la Universidad de Colima; ahora presto mi servicio con mucha pasión para mi querida Facultad de Letras y Comunicación, tuve pues que mudarme...
El traslado fue engorroso, nunca imaginé que en trece años pudiera haber almacenado tantas cosas. Cinco cajas de libros me acompañaron en el recorrido. Cinco. En mi casa tengo muchos más libros, cuestión de ver cuántas cajas resultan de ahí.
El caso es que esta movilidad, este cambio de oficina, esta mudanza, me hizo mover todos los libros que estaban bajo resguardo en mi también querida Dirección General de Publicaciones… metí en cajas libros y con ellos trasladé a mis amigos, porque varios autores: Nadia Contreras, Juan Carlos Recinos, Ihovan Pineda, Rogelio Guedea, Alfredo Montaño (en paz descanse), Víctor Manuel Cárdenas (en paz descanse), Carlos Diez, Guille Cuevas y tantos más… todos con libros publicados, me los llevé conmigo a mi nuevo espacio… y ahí están, a la vista de todos, a la espera de un lector habido que quiera perderse en sus maravillosas líneas…
Lo que hacen las mudanzas.