Resoluciona: Espiritual y Material
Espiritual y Material.
La vida espiritual y la vida material son producto de una cultura de la fragmentación porque no nos atrevemos a asumir nuestro autodidactismo existencial para dirigir nuestra manera de expresarnos en el mundo.
Por espiritual entendamos lo profundo, lo sutil, cuando nos atrevemos a mirar hacia el por qué uno es, actúa y reacciona de cierta manera, es decir viendo lo que hacemos nos dirigimos, valientemente, ya que la sociedad y nuestro entorno inmediato tiende a limitarnos y sujetarnos a lo ya dado, a desarticular este constructo de vernos a través del “es que así soy, o bien es que así me hizo dios”…culpables de esto son, según mi paradigma personal: la genética, tal vez mis, padres, quizá mi entorno, o me parece que el zodíaco, ¡ la enfadosa de mi vecina! , alguno de ellos.
Por material nos referimos a lo más inmediato perceptible como lo que en este momento ven sus ojos, lo concreto al estilo del escritor Karel KosiK, lo que la sociedad y sus grupos sostienen como convencional y válido.
La fragmentación de lo espiritual o profundo de lo inmediato o concreto es un lastre con el cual cargamos y desde ese lente nos damos a relacionarnos, por lo tanto desde allí es la plataforma de conciencia con la cual y por la cual se da una particular y específica forma cultural y social de vernos a nosotros mismos y desarrollarnos en el mundo.
En el terreno del conocimiento como paradigma, llevamos al muy práctico método científico a fragmentarse del ejercicio de hacernos sabios y entonces solo analizamos lo que está desde nuestros sentidos hacia el exterior pero no nos atrevemos a cuestionar desde qué plataforma de conciencia estamos entendiendo “este mundo de lo externo social”. Cuestionar a uno mismo como sujeto y objeto de conocimiento sería no solo conocer sino asumir la responsabilidad, de nuestras reacciones altamente reactivas, violentas y sin control como el caso de ” echarle la viga” con el claxon a quien no puso direccional, por citar una situación común, o bien que nuestro rasgo de carácter sea el que nos jale de un lado para otro y sencillamente porque no cuestionamos, cuidamos, afrontamos lo que las culturas iniciáticas llaman la gárgola o aquello con lo cual siempre abandonamos, evadimos nuestro sentir profundo y por lo tanto hacia donde quisiéramos dirigirnos pero nuestra incompetencia personal no nos deja porque nos rendimos “creyendo que uno es así” y no puede uno automodificar su estructura de orientación, su psiquismo, su energía y por ende nuestra manera de manifestarnos.
En el terreno del estado y la política, como paradigma, hemos fragmentado la orientación de un poder de gobierno que brinda o niega posibilidades estructurales de lo que sería nuestra capacidad y poder de autogobernarnos renunciando a nuestro ejercicio de generar nuestra propia orientación jugando inteligentemente con la propuesta del estado y su poder social por lo que mejor nos “clavamos con la idea de que si el gobierno es malo…mal me va y si es bueno…bien me irá”, cuando la actitud más o menos sensata sería sea melón o sandía, una vez, reconociendo como cada uno me afecta, yo me enfoco en presentar mi mejor cara para yo salir adelante y eso beneficia a mi entorno y seres con los cuales convivo y soy directamente responsable. Genero así un clima, una atmósfera proactiva y no de compadecimiento.
En el paradigma de lo económico, la capacidad de poder adquisitivo y de bienestar de tipo calvinista (tiene más poder quien tiene tres televisores que el que tiene uno, por ejemplo) se desentiende de nuestra capacidad interna para generar valor… junté para pagar el agua y voy sintiendo pestes al momento de pagar, en lugar de admirarme por el valor que yo he generado en mí para poder pagar este servicio, más allá de si es justo o injusta la tarifa y así sentirme en agradecimiento conmigo mismo por lo que la ética de otorgar valor “como ejercicio personal y de apropiarme o vender o dar un bien requeriría una acción conjunta; cada vez que recibo o doy algo, que participo en una transacción me esmero en generar valor, calidad, servicio para que mi riqueza sea próspera y abundante en lo material y espiritual.
En el paradigma religioso y familiar el sentimiento de la religación que opera es mediante un mediador o sacerdote para separarnos de nuestra búsqueda interior y someternos a lo que te dicen que debes de creer y que, implícitamente te dicen, no te atrevas a desarrollar tus virtudes porque eso es cosa de santos, de la iglesia y que nosotros solo debemos tener temor de dios (si el histórico Jesús se diera una vuelta se iría para atrás con lo que el sistema de iglesias han hecho de su noble enseñanza tergiversada para someter a un mero interés de control, en vez de buscar la propia iniciación y generar virtud , que por cierto, también, se le olvido a la educación.
* Atención terapéutica y desarrollo personal al 312 194 8753