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Café exprés: El cine


El cine


Luego de una breve pausa retomo esta columna. A mitad de año fueron muchos los cambios y me tuve que adaptar a muchas cosas, entre ellas un trabajo nuevo, un ambiente laboral diferente y mucho más amén de todo lo que conlleva.


Ahora y para arrancar este 2019 regreso a escribir Café exprés. Y, para ello, voy a hablar del cine, sí, aunque en dos años no haya ido a ninguna sala de cine del país y mucho menos de mi estado.


No seré una especie de Galilea Montijo que habló de Roma sin saber de qué se trataba la cinta… mucho menos de qué iba la historia, obviamente sin verla previamente. No. No soy tan ridículo por decir lo menos.


No he ido al cine por una razón que yo considero muy válida. Quizá me digan que es una cuestión personal, que eso no tendría nada qué ver, que bien podría darme mis escapadas, pero no. Voy a estar firme en mi decisión; es mía y de nadie más.


El motivo por el cual decidí no ir al cine es porque quiero regresar a una sala a ver una película con mi hijo. Él ahora tiene dos años y empieza a disfrutar de las proyecciones que ve en la casa mediante las plataformas de televisión por internet. Se me hace también y, por otro lado, una atrocidad que una pareja que recientemente ha sido bendecida con la dicha de ser padres, que lleven a las criaturas… de cinco… seis meses… un año… a una sala de cine.


Nadie disfruta de la función, ni ellos, ni uno como espectador. Hay que ser conscientes.


Creo que una edad buena para ir a llevar a nuestros pequeños a una función es a los tres años, claro, hay que elegir una película adecuada a la edad de nuestros hijos y si podemos hacerlo en esa sala junior, donde tengo entendido hay juegos y demás para los pequeños, mucho mejor.


A los tres años los niños y niñas pueden poner más atención y estar más atentos a lo que se proyecta en la pantalla; aun así es mucho tiempo el que pasarían metidos en un mismo espacio y la niñez pues es inquieta y se llegan a cansar. Hay que imaginarnos un escenario donde todavía son bebés de brazos y los papás los llevan a ver una película de balazos, de karatazos, con mucha acción y un sonido sumamente fuerte para sus tímpanos recién nacidos, es un terrible error.


En una reunión que tuve hace poco con un querido grupo de amigas y amigos empezaron a hablar de cine. Hablaron de Roma y de la película que habla de la vida de Fredy Mercury y de otras cintas más. Yo me quedé callado. Hay que saber también en qué momento abrir la boca y cuándo es el justo cerrarla y este era el momento de hacerlo. Los presentes notaron mi mutis y me preguntaron por mi opinión al respecto.


Simplemente no tuve opinión.


No tengo opinión, les dije.


Al saber que no había ido al cine en los dos años anteriores se asombraron, dijeron que una persona como yo no podía hacer eso. Vaya que sí puedo (ya lo hice). Eso y mucho más. Alguien me dijo que lloró con la historia de Fredy Mercury y creo que está bien. El cine es un arte que, como todas sus manifestaciones, debe movernos algo, generar una reacción, provocarnos…


Cuando supieron el motivo que me ha tenido alejado de las salas de cine, sus rostros se iluminaron, quizá algunos pensaron que estaba haciendo algo loable, quizá algunos más pensaron todo lo contrario y otros ni fu ni fa.


Lo que puedo decir en mi defensa sobre Fredy Mercury y Queen es que yo conocí su música cuando corría el año de 1991, sí, el mismo año que Fredy falleció (a los meses de oírlos por primera vez me enteré de este hecho). Para algunos podría ser que conocí a la banda demasiado tarde, pero para mí creo que fue en el momento, el tiempo y la edad precisa. Yo tenía en ese entonces trece años.


Ahora veo que a esa edad la gente no está escuchando música o si lo hacen, vayan a saber qué clase de música oyen… ¿Maluma? ¿En serio?


Yo a los trece años escuchaba Queen y leí varios libros sobre la vida de Fredy Mercury, biografías autorizadas y no autorizadas, lo que cayó en mis manos. Por eso me da risa y no… que les diga que no he ido al cine a ver esa película, esa ni muchas otras.


La última película que vi en el cine fue Coco y, cosa curiosa, es ahora la favorita de mi hijo que recién acaba de cumplir dos años de edad. Le falta poco para ir a ver cine… al cine.


Espero pronto regresar a las aventuras que ofrece la pantalla grande. Me he perdido de muchas películas, sí. No pude dar mi opinión de Roma porque no la he visto. Alguien me dijo que en la plataforma más popular para ver películas se podría ver, sí, pero resulta que desde diciembre no he pagado mi suscripción y tengo mi cuenta suspendida. Además, creo que hay películas que es preciso ver en el cine, otras que son palomeras y se podría ver perfectamente en la comodidad de nuestra casa. No sea que en el cine me encuentre a una de esas parejas (que abundan) que recién han tenido un bebé y quieren a fuerza ver tal o cual película. No, por dios, no hay nada más aberrante que chutarse dos horas, dos horas y media o hasta tres en una sala de cine con un niño o niña llorón. Es terrible.


En cuanto regrese a las salas de cine tendré mi opinión personal y particular de las películas que se ponen de moda y las que no. Porque también es importante saber quedarse callado y no dar una opinión sin ton ni son, como les pasa a muchos televisos. Año 2019/66 años de la ACPE Colima (Asociación Colimense de Periodistas y Escritores.


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