Café exprés: Escritores/as en Colima
Escritores/as en Colima
Dicen, los que saben y estuvieron ahí, que Jaime Sabines ha sido el único poeta en llenar un recinto tan grande como el palacio de Bellas Artes y, todavía a su alrededor, congregar a una multitud de gente ansiosa por estar en contacto con el poeta chiapaneco, asistentes que no encontraron lugar adentro del inmueble.
Ese es el dato que tengo y que ahora comparto. Dicen (esos mismos) que incluso fue necesario poner algunas pantallas en la Alameda Central para que la gente que no logró entrar al recinto cultural, pudiera encontrarse de alguna manera con el poeta del pueblo, el poeta nacional, el poeta que fue publicado (en una campaña como no he visto otra) por una compañía de teléfonos como lo es Telmex (libro que se distribuyó a nivel nacional con un tiraje fuera de serie). Así era con Jaime Sabines.
El 30 de marzo de 1996 el poeta ofreció un legendario recital poético ahí, en Bellas Artes. Tenía setenta años y una vasta obra que lo había colocado como uno de los poetas más importantes del país; los que hemos visto el video (yo en 1996 tenía la irreverente edad de dieciocho años), decía que quienes hemos visto el recital vemos a un Jaime Sabines mermado por los años y la enfermedad (iba ya en silla de ruedas), pero su palabra, su voz, su presencia, seguían siendo un portento.
En dos o tres ocasiones se le quiebra la voz y es que los poemas de Jaime Sabines tocan fibras muy sensibles. «Estos son aplausos que lo lastiman a uno», dice al inicio del recital y se le oye una voz quebrada al punto del llanto. Dos años después de ese maravilloso y ya legendario recital poético de Jaime Sabines, también en marzo como su fecha de nacimiento (nació el 25 de marzo en Tuxtla Gutiérrez Chiapas), falleció (falleció el 19 de marzo de 1999). No alcanzó a cambiar de milenio y marzo fue su mes como es el mes mío. Yo nací el 24 de marzo.
Nunca más he vuelto a ver el furor que causa un escritor en la gente; el impacto que puede generar con el público. Nunca más lo he vuelto a ver excepto en esta ocasión que lo viví en carne propia con la visita de Juan Villoro a Colima. Juan Villoro vino a nuestro pequeño estado a ofrecer dos conferencias que tituló: «Mente y escritura». La primera de ellas se llamó: La conciencia narrativa y la segunda fue: Viaje al centro de la mente literaria.
A los organizadores se les hizo bien anunciar el evento en una salita que alberga, cuando mucho a cien personas, el recinto cultural Adolfo Mexiac, muy bonito, pero muy pequeño. Posteriormente se dieron cuenta de ese pequeño gran detalle y decidieron que el evento tendría lugar en el Teatro Hidalgo, un portento majestuoso, donde caben muchas más personas: quizá quinientas. Y así fue. Las dos conferencias estuvieron atiborradas de gente. El pequeño recinto Mexiac hubiera quedado pequeño.
Mientras estaba en las conferencias y al concluir, me vino a la mente una pregunta: «¿Cuál fue la última vez que Colima enloqueció por une escritor o escritora?» No lo recuerdo. Y a Colima han venido grandes y muy buenos autores. Juan Villoro logró llenar a tope dos veces seguidas el majestuoso teatro Hidalgo y creo que Benito Taibo podría llenarlo también. «No lo sé de cierto», como dijera Jaime Sabines, «lo supongo». Esto nos hace reflexionar que Colima ha crecido y que empiezan a quedar pequeños los espacios para este tipo de eventos.
No estoy muy seguro de la fecha pero pudo ser 1999 o el año 2000, 2001 cuando mucho, cuando el poeta y escritor mexicano José Emilio Pacheco estuvo de visita en Colima. Lleno total también, pero no era un recinto como el teatro Hidalgo donde caben quinientas personas (que eso para Colima es mucho). Además Colima era totalmente otro donde siempre nos encontrábamos las mismas personas siempre. Por aquellos días yo era alumno de la Facultad de Letras y Comunicación (iniciaba mi periplo por la letras), pero recuerdo con agrado la visita del maestro José Emilio que tuvo lugar en el archivo histórico ubicado en el jardín Juárez o de la Concordia.
Recién había recibido el premio Seix Barral Biblioteca Breve por la novela En busca de Klingsor, en 1999 cuando Jorge Volpi estuvo en tierra colimense, aquella ocasión el auditorio de la Facultad de Psicología fue el escenario para recibir al laureado escritor; el lleno fue total y la visita del autor nos marcó definitivamente como generación. Pero no fue un lleno tan espectacular como este que tuvo Juan Villoro en el teatro Hidalgo, en aquella ocasión Volpi tuvo alumnos cautivos a los que no les quedó de otra que asistir y otros que sí fuimos por tener un compromiso serio con la literatura; así más o menos fue aquella visita donde conocimos la novela más alemana escrita por un mexicano.
Posteriormente, mi amigo escritor y poeta Rogelio Guedea tuvo a bien llevar a cabo una serie de charlas con autores; a mí me invitó a presentar al maestro Eraclio Zepeda y tuvimos buena asistencia (el evento tuvo lugar en lo que ahora se conoce como la sala Alberto Isaac en el edificio de talleres de Casa de la Cultura), la asistencia de la gente fue bastante buena pero nada comparado con lo que sucedió con Volpi, ni con lo que pasó con José Emilio Pacheco en aquella visita por esos mismos días (1999).
Dentro de esas charlas vinieron autores como: Elva Macías, Pedro Ángel Palou, Lauro Zavala, Hernán Lara Zavala, Mónica Lavín y Juan Gelman, sí, el poeta argentino radicado en México tras el exilio. Todas con muy buena asistencia pero nada más, buena asistencia.
El fenómeno Villoro se dio como se dio el efecto Jaime Sabines en el palacio de las Bellas Artes, pero sólo que éste en Colima y en el teatro Hidalgo; por eso empecé este texto comentado ese recital poético del artista chiapaneco. Villoro dio dos conferencias en Colima y ambas con un teatro a tope, lleno, como no había o no he visto que suceda lo mismo con otro autor/a.
El año pasado, sin ir más lejos, tuvimos la visita de otro portento de la palabra: Fernando del Paso, el maestro vino a recibir un reconocimiento dentro del Primer Festival Internacional de la Palabra; llegó como aquél Jaime Sabines, mermado por la edad y la enfermedad, también en silla de ruedas y en aquellos días el evento tuvo lugar en el teatro Alfonso Michel de Casa de la Cultura; sobra decir que los cuidados para el maestro y Socorro (su esposa) fueran cuidados al detalle. Lo malo de todo esto, el teatro que se notó medio lleno, medio vacío; nada qué ver con este efecto Villoro. Y estamos hablando de Fernando del Paso.
Claro que Villoro tiene para todos los gustos, niñez niñez, niñez no tan niña, niños y niñas más grandecitos, público adolescente, adolescentes maduritos o que están saliendo de…, jóvenes, adultos, no tan adultos, adultos adultos, tiene también para futboleros, rockeros, ensayistas, catedráticos, gente a la le gusta la radio, la televisión… en fin, para todos, por eso llenó dos veces el teatro Hidalgo, como lleno total tuvo Jaime Sabines el 30 de marzo de 1996 en Bellas Artes.
Villoro habló de su maestro Pitol y en tanto hablaba yo veía esa última vez que Villoro y Pitol se vieron en Veracruz, cuando el alumno visita al maestro y el maestro ya está mermado por la edad y la enfermedad, decía Juan que esa sería la última vez que vería a Sergio Pitol (esa visita fue en noviembre de 2017, Pitol falleció el 12 de abril de 2018). En efecto, fue la última vez que se vieron.
Sirva este espacio para recordar, mencionar y agradecer a nuestros maestros y maestras. Míos han sido muchos: Arreola (que no conocí en persona), Jaime Sabines (lo mismo), José Emilio Pacheco (a él sí), Elena Garro (no), Elena Poniatowska (a ella sí). La lista puede ser interminable y mencionaré a los que he mencionado aquí y de los otros no diré por respeto al público que me lee. Villoro, Pitol, Del Paso y espero que se me haga conocer al máster de máster de este tundecletas (como bien dice mi amigo, escritor y poeta Guillermo Vega Zaragoza). Mi top máster es, sin duda, José Agustín / 66años de la ACPE.