¿Hay vida después de estudiar en la Falcom?
¿Hay vida después de estudiar en la Falcom?
Cuando uno anuncia en casa, con bombo y platillo (como debe ser), que vamos a estudiar una carrera en el área de humanidades, cuando anunciamos que a lo que nos queremos dedicar el resto de nuestra existencia es a escribir, o al estudio de la lengua; en casa, (también como debe ser), todos los miembros de la familia pegan el grito en el cielo y nos tildan de locos, nos tachan de irreverentes, nos señalan con el dedo, dicen que somos la oveja negra de la familia y, las que más disfruto y disfruté fueron esas de que con eso nos vamos a morir de hambre o que para qué sirve y mil cosas más. La diatriba es interminable y terminan por no convencernos y, raudos, no quitamos el dedo del renglón hasta continuar y concluir. Perseguir un sueño, se llama este fenómeno que pocos entienden y que pocos más logran perseguir.
Así le sucede a la mayoría de los que optan por estudiar una carrera relacionada con las humanidades. Yo estudié en la facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima; todo eso que comenté líneas arriba lo oí y viví en carne propia (era bullying, ahora lo sé) pero me aguantaba, no me importó porque yo tenía un sueño que poco a poco he ido cumpliendo.
Ser atleta de alto rendimiento nunca estuvo en mi cabeza (ni me pasó por ahí). A esta edad que tengo si fuera atleta ya estuviera en la categoría de veterano y pronto en la de súper veterano. Rafael Márquez tiene cuarenta años de edad y su carrera deportiva, como jugador activo, está terminada. En los últimos partidos se le veía lento y lejos… muy lejos de aquél Rafa Márquez de antaño que hizo fama con el Mónaco en Francia y con el Barcelona en España, por supuesto surgido de las fuerzas básicas del poderoso Atlas.
Muchos escritores y escritoras han empezado su carrera por el mundo de las letras a la edad del retiro de Rafa Márquez. Voy a poner un ejemplo de uno de mis escritores favoritos y que leí con harto frenesí en mis días de estudiante y que releo de cuando en cuando en mi poco tiempo libre o cuando me encuentro un texto (de su extensa biblioteca personal) en mi propia y módicamente extensa biblioteca personal en mi casa; me refiero al maestro oriundo en Azinhaga, Santarém en Portugal: José Saramago.
El ejemplo de Saramago tiene trampa y moraleja. Él publicó en 1947 una novela que no tuvo mucha repercusión y, treinta años después editó Manual de pintura y caligrafía (1977). Pero no fue sino hasta 1980 cuando se publicó el libro titulado: Levantado del suelo, novela que se considera el verdadero inicio de su carrera literaria y que vio la luz cuando tenía cincuentaidós años de edad. Pasaron treintaitrés años entre su primera obra real y la obra con la que arrancó su vida literaria, y esto no impidió que el gran José Saramago volviera a publicar hasta conseguir en 1998 en premio Nobel de literatura. Toda su obra o gran parte de ella se la dedicaba, por cierto, a Pilar.
He comentado con mis alumnos que uno podía encontrarse, antes de esa fecha, solitario y por los pasillos de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara al escritor portugués y nadie le hacía caso; casi casi podría decir que pasaba desapercibido, luego de esa fecha era prácticamente imposible acercarse al autor.
El año pasado el país invitado a esa magna feria de libro fue Portugal y, claro, su plato fuerte fue José Saramago junto a Fernando Pessoa y muchos autores más, pero ellos sobresalían del resto. Clarice Lispector, Joao Almino, el mismísimo Joaquín María Machado de Assis no son portugueses propiamente (de terruño, pues), pero sí son brasileños y sin lugar a dudas el lenguaje, la lengua materna es lo que los hermana con Portugal.
Como nos hermana a nosotros, estudiantes y egresados de las diferentes carreras que oferta la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima (y de cualquier otra universidad que oferte la carrera de letras) que a saber son: periodismo, lingüística, comunicación y letras hispanoamericanas; lo que nos hermana, nos conjuga y nos da identidad es el conocimiento pleno de nuestra lengua de origen: el español; traído por los conquistadores, obviamente. Ahí radica la importancia del estudio de la lengua y sus ramificaciones. Mostrar por medio de nuestros escritos, la percepción, la cosmovisión que tenemos del mundo.
El lenguaje es un ente que está vivo y en constante cambio, es la forma en que nos podemos diferenciar del resto de seres que pueblan la tierra; aunque hay muchos estudios donde otras especies animales (delfines, águilas, murciélagos sólo por mencionar algunos), tienen sus propios códigos de comunicación; a diferencia de que nosotros podemos comunicarnos por escrito y de manera oral gracias al lenguaje, ese código de letras que hemos desarrollado para expresarnos y ser cronistas de nuestro tiempo y nuestro aquí y ahora, de este momento que nos tocó vivir porque, si conocemos la vida antes de… fue porque alguien la dejó por escrito, baste nada más echarle un ojo a las Cartas de relación y a todas las crónicas de indias que hablan de cómo era la vida en lo que se conocerá después como México, esto fue cuando la invasión de los conquistadores, porque ese no fue un descubrimiento de América como le mal llaman, no descubrieron nada; América ya existía y estaba poblada por nuestros antepasados, esto fue invasión, masacre, humillación, dominación, esclavitud, avasallamiento y otras vejaciones más. Las Cartas de relación (gracias al lenguaje) dan muestra a los reyes católicos de España la forma y condiciones de vida que tenían los grupos indígenas en nuestra tierra que fue terriblemente abolida.
He ahí la importancia del estudio y preservación de nuestra lengua materna, de nuestra ideología y de la cosmovisión del mundo.
La pregunta inicial era: ¿Hay vida después de estudiar en la Falcom?, claro que hay vida y una vida llena de pasión e identidad, de encontrarse y reencontrarse viendo en el otro, en la otredad, en las historias que alguien más nos escribe y leemos… nuestro propio reflejo, a nosotros mismos. Vernos en los ojos de cualquier persona así viva en la antípoda; esa es la condición.
Los problemas de la humanidad son los mismos y de ellos tenemos que aprender y crecer gracias al conocimiento y al desarrollo de nuestro lenguaje.
Miles de veces me han dicho que me voy a morir de hambre por estudiar letras, incluso hay quien llegó al cinismo de preguntarme que si estudiaba letras en cuál letra iba, repito, era un Bullying descarado del que he salido avante, pero a la fecha puedo decir que no me he muerto de hambre y, al contrario, he engordado por la buena fortuna que me dio estudiar en la amada Facultad de Letras y Comunicación.
Hubo quien incluso me abatió vilmente (con palabras y aquí es donde entendí que la palabra hiere más o igual que la espada) cuando vio mi primer pago por mi trabajo periodístico; al analizar la cantidad (ella era cajera del, hermosa, por cierto), dijo: «que si eso ganaba no me alcanzaba ni para invitarle a un buen café». Me fui con el ego (y todo lo demás) herido, no supe qué responderle en ese momento. Yo, que iba emocionado por cobrar mi primer pago de la carrera que había estudiado, al salir de ahí estaba derrumbado y con un mísero salario en mi bolsillo. Ahora puedo decir que me alcanza para un buen café y para algo más. Y no, no es presunción, es calidad de vida y nada más. Y puedo decir también que esto es una pasión que… con el paso del tiempo… crece a pasos agigantados.
¿Hay vida después de estudiar en la Falcom?, claro que la hay… y muy buena vida diría y agregaría yo. / 66 años de la ACPE.