La espiral de Elliot: La hora del fuego
La hora del fuego
En el poema, El último día, perteneciente al libro Diario de a bordo I, el poeta Yorgos Seferis se pregunta ¿cómo muere un hombre? Lo he meditado y no lo sé. La respuesta más próxima a lo enunciado por el bardo griego es la luz. La existencia misma es un enigma y desde los antiguos griegos, la pregunta no ha tenido una respuesta contundente. De encontrarse algún día, será como encontrar el Santo Grial.
Demócrito de Abdera dijo en la antigüedad que “nada existe, excepto átomos y espacio vacío; lo demás es opinión”. Esa idea, como un suspiro en el tiempo, permanece vigente y es la que da vigencia a todo nuestro pensamiento, a todo. Al hombre actual y al de todos los tiempos hay tres cosas fundamentales que lo han mantenido ocupado buscando una respuesta: el origen de la vida, el origen del universo y el origen del tiempo. Las tres van unida, porque son parte de la misma ley natural que nos rige y nos da un destino, incierto, pero que nos lo otorga, como lo hacen los ojos al ver de frente una montaña, un río, pájaros volar, cosas elementales que se descomponen instantáneamente en una idea lógica de nuestro razonamiento.
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Todas las cosas que conocemos han tenido su génesis en el Big Bang (la gran explosión que dio origen al universo como lo conocemos hoy, no como es) y tendrá su fin en el Big Crunch (momento el que el universo se colapsará de nuevo). Es difícil saber con exactitud cuándo ocurrirá este fenómeno. Los fenómenos de la naturaleza no tienen ninguna frontera y son impredecibles. Para la Iglesia católica, el Big Bang es el momento de la Creación, obra de Dios. Para la ciencia, la gran explosión es la continua expansión de todas las partículas, visión que a la curia religiosa nunca le hará gracia porque en el principio del tiempo, Dios hizo todo. Para la ciencia, la comprensión de este fenómeno es una posibilidad de evolución, no una forma incomprensible de un ser omnipotente. Suponer que el orden de las cosas fue definido por Dios, es una condición utópica del pensamiento. Todo argumento, para explicar el origen de las cosas, es en apariencia muy sencillo, pero guarda en su estructura una complejidad que, marca la diferencia entre la razón y una hipótesis donde no se indaga otra cosa que no sea la fe en Dios.
Generalmente las tres cuestiones antes mencionadas, son una característica y una preocupación del mundo occidental para definir su lugar en el universo, obliteración de la iglesia al tratar de poner de manifiesto como única verdad las Sagradas Escrituras. Hacia el siglo XVI el mundo cambió por completo, se dio lo que es considerado el momento de ruptura entre el pensamiento religioso y el pensamiento humanista: El Renacimiento. Con este movimiento se avanzó en la transformación más profunda de las ideas. La relación directa del hombre con Dios, quedó de lado y se cuestionó todo sin mediador, el hombre frente al hombre, acto consecuente a esto, fue que la iglesia tuvo que reestructurar su dogma y dar paso a la reforma religiosa, teniendo como cambio paralelo a este la revolución científica. Estas consideraciones son una fórmula distinta, un principio que da orden a toda verdad. 2*
Seferis, el poeta griego, al cuestionar ¿cómo muere un hombre? no hacía otra cosa que señalar, percibir y agudizar la materia compleja de nuestro pensamiento. El átomo es el elemento que constituye todas las combinaciones para construir todo. Han pasado más de dos mil años y nadie tiene la respuesta del origen de la vida, del universo y del tiempo. En este momento, somos parte de un modelo dinámico de la naturaleza, un flujo de energía y de partículas inseparables. Somos parte de la Danza de Shiva y también de la danza del universo. La simplicidad de nuestro mundo, nos otorga la belleza en las cosas que vemos todos los días. Una flor, por ejemplo nos entrega en su forma, el orden de todo el universo. Su color, su aroma, su textura, su forma geométrica o no geométrica. La naturaleza construye todo bajo criterios de una escala cosmológica que el tiempo devela en silencio. Dios al principio jugó con todas las partículas, pero hubo una que como él se hizo huidiza, dejando que el universo tomara forma por sí mismo, esta partícula es el neutrino. La posibilidad de la existencia de un neutrino en la naturaleza reza como la fe en Dios, por la interacción. No hay ley que diga lo contrario. Solo el Creador revela las cosas como una excusa y esa es una probabilidad de que estamos en su sueño. No creo tener respuesta para lo que enunció el poeta, pero debo decir que un hombre no muere, unce su corazón en el vuelo de un pájaro.
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* Fotografías: 1* y 3* Juan Carlos Recinos
* Fotografía: 2* Tomada del Diario de Yorgos Seferis