A Dos Metros de Ti Crítica

Foto: Wayfarer Entertainment

A Dos Metros de Ti Crítica

⭐⭐½

Si analizáramos el género de las películas románticas para el público juvenil, puedo asegurar que desde el estreno de Bajo la misma estrella, la mayor parte de las tramas coinciden en que uno o ambos protagonistas padecen de una enfermedad terminal, por lo que dicha enfermedad no les permite ser felices para siempre, presentándoles un montón de obstáculos y problemas tan dramáticos que provocan que las chicas salgan llorando de las salas de cine.

Stella Grant (Haley Lu Richardson) es como cualquier otra chica normal que tiene sueños, objetivos y metas por cumplir, sin embargo, a diferencia de la mayoría de las chicas y chicos de su edad, pasa la mayor parte del tiempo en un hospital a causa de una enfermedad conocida como fibrosis quística, enfermedad genética que afecta a los pulmones de quien la padece. A pesar de eso, Stella mantiene una actitud positiva, procura seguir al pie de la letra la toma de medicamentos que necesita y siempre está buscando hacer algo nuevo para lidiar con la monotonía.

Esta historia de amor comienza cuando Stella conoce a un chico llamado Will Newman (Cole Sprouse) quien resulta ser todo lo opuesto de nuestra protagonista y un clásico personaje cliché de este género. Will es un chico rebelde, apuesto, pesimista en todo sentido, pero increíblemente talentoso para dibujar cualquier cosa. La magia del guion cruza a ambos personajes que padecen la misma enfermedad, por una parte, Stella se muestra ansiosa por la actitud tan pesimista de Will, por lo que le obliga a seguir el tratamiento junto a ella, mientras que Will se muestra tan indiferente en esto que lo único que quiere es dibujar un retrato de Stella. Este lazo comienza a formar una sensación de deseo, cariño y amor entre ambos personajes, estos coqueteos y la atracción es interrumpida cuando nos enteramos que a causa de la fibrosis quística, nuestros personajes no pueden tocarse, ni mucho menos besarse.

A dos metros de ti es una cinta que a pesar de contar con todos los clichés del género, presenta de manera tierna, dulce y dramática esta historia que habla sobre el amor, la amistad y lo valioso que es el tiempo y la vida de una persona. No voy a mentir, es una cinta completamente predecible, desde que inicia ya tienes una idea de cómo terminará, incluso muchos de los personajes secundarios solo están ahí al servicio de la cinta para crear en cierto momento una escena dramática.

A pesar de eso, puedo decir que disfruté los dos primeros actos de la cinta, empero, la cinta cae en lo ridículo en sus minutos finales. La evolución de Stella, de ser un personaje alegre y positivo, termina convirtiéndose en una víctima del amor al puro estilo de Bella Swan de Crepúsculo. Los guionistas deciden presentar en el tercer y último acto un momento increíblemente dramático, pero la forma en como destruyen la personalidad de la protagonista es increíblemente exagerada y estúpida. Es como si hubiesen querido imitar la idea y el simbolismo del sacrificio que hacen los amantes más famosos de la literatura “Romeo y Julieta” de Shakespeare, pero en versión millennial. En otras palabras, odié el final.

Me parece que no está al nivel de cintas como Bajo la misma estrella, pero si te encantan estas historias de amor tan dramáticas, probablemente está cinta no te decepcionará.