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Café exprés: Dibujando el surrealismo o entonces también nosotros somos animales


Dibujando el surrealismo o entonces también nosotros somos animales: Un viaje por la vida de Leonora Carrington y algo más


I


Vamos a arrancar como supongo es lo correcto, por el inicio; al igual que a Leonora Carrington a mí también me gusta ir a contracorriente de las cosas que están establecidas y siempre ha sido así.


No tengo palabras para definir la historia que nos presenta esta noche el maestro Bernabé Alatorre, quizás la que más se acerca sea que el texto que vamos a comentar esta noche sea una novela, pero puede ser también un buen cuento «aunque al calce, en el interior del documento, el maestro Bernabé agrega ciertos testimonios muy interesantes y de viva voz de la artista en mención», lo que lleva a que el libro me dé otra impresión y piense en él como que es un documento testimonial, pero en otro momento podría definirlo como una biografía o una historia para niños «como las escritas por Michael Ende y por Roald Dahl» pero que también está abierto para los adultos y que disfruten ambos; podría ser también una biografía novelada, o una sucesión de recuerdos fantásticos, por qué no pensar en un guión para la continuación o el comienzo de una saga de películas como la de Toy Story pero con los personajes creados por la artista nacida en Chorley, en el condado de Lancashire, en Inglaterra el 6 de abril de 1917 «contó la artista con la bondad del siete tema que abordaré más adelante»; por momentos me preguntaba si en realidad los hechos, esos hechos que narra con mucha maestría el autor de Chorley, se sucedieron de esa exacta manera en la vida real de Leonora, porque el documento también da para un crónica imaginaria al estilo de Juan Villoro, o una crónica novelada; aunque Jorge Volpi también haga de una novela un ensayo y viceversa. Todo esto puede ser Chorley, sin duda.


Sin embargo, entendiendo el carácter rebelde y contradictorio de la pintora, escultora y escritora Leonora Carrington, terminé por dejar este pensamiento de lado y de preguntarme si esos hechos ocurrieron de esa exacta manera o como están narrados dentro de Chorley y me dispuse a disfrutar de su lectura. Simplemente. Además la idea de Leonora era ir en contra de lo establecido. E iremos en contra de lo establecido como marcan los cánones.


Antes de proseguir debo confesar que con el maestro Bernabé Alatorre he aprendido de dos cosas, sobre los títulos de sus obras y sobre Leonora Carrington, Sir Edward James y de surrealismo. Me formé en una escuela netamente artística, el Centro de Educación Artística Juan Rulfo, aquí, en Colima, así que siento que no estoy tan perdido en el tema del surrealismo, lo estudiamos «en realidad siempre lo sigo estudiando de cuando en cuando o algunos temas, o libros, como el de esta noche, me hacen regresar a él» y descubrí autores y autoras maravillosos, artistas que hicieron del surrealismo lo que es, tanto en pintura, danza, cine, música, literatura, etcétera. Sin embargo, debo confesarlo aquí y ahora, mi artista favorito y mi corriente favorita es Vincent Van Gogh y el impresionismo; así que leí con mucha pasión, en aquellos años, una biografía maravillosa escrita por Irving Stone titulada Anhelo de vivir, donde retrata profundamente la vida del pintor holandés del que se siguen diciendo muchísimas cosas a casi ciento treinta años de su muerte.


Mi pasión continuó y conocí, en otra novela, otra vida llena de altibajos, me refiero a la vida del pintor Henri Toulouse-Lautrec, la novela que leí con la misma pasión con que leí la vida de Van Gogh «y que son un par de libros que tengo en casa, por cierto», se llama precisamente Moulin Rouge escrita magistralmente por Piere La Mure.


Hoy, puedo decir que con Chorley, me he adentrado a la vida impresionantemente surrealista «las dos corrientes juntas impresionismo y surrealismo» de la vida de la escultora Leonora Carrington desde sus inicios con esas: «Chimeneas góticas en las fábricas textiles en Chorley, Lancashire que, misteriosamente, el día del nacimiento de Leonora, lanzaron humo con lengüetas de colores fosforescentes y muy psicodélicos, formando figuras surrealistas». Así de paradójica es la vida.


Decía que con Bernabé Alatorre conocí y he aprendido también por el nombre que le da a sus obras, porque recientemente presentamos su libro titulado: Seclusia, una obra también difícil de catalogar porque puede entrar en las mismas categorías ya descritas líneas arriba.


Seclusia significa un lugar apartado de la sociedad, este nombre el maestro Bernabé lo sacó, si no mal tengo el dato de un texto de Irene Herner y ahí algo hizo clic y se quedó como título para la obra que narra las vivencias de otro ente surrealista, exótico y millonario Sir Edward James.


Seclusia y Chorley no están del todo alejados uno del otro, en uno aprendí, porque era bastante neófito en el tema sobre el ya citado Sir Edward James, un tipo excéntrico, mecenas, millonario, poeta, surrealista, pintor, escultor que, lleno de surrealismo decide, enamorado de un lugar en la huasteca conocido como Xilitla, en nuestro país, decide, ahí, construir un jardín surrealista en Las Pozas, Xilitla, en San Luis Potosí. Edward James también fue tocado por la benevolencia del número siete, nació el 16 de agosto «sumados el seis y el uno dan siete» de 1907 y falleció el 2 de diciembre de 1984 «a los 77 años, doble siete como se dice en el juego de azar». Pues con Seclusia aprendí sobre Edward James del que sí, había oído hablar, sabía obviamente del jardín, pero no conocía su vida a fondo. Gracias por ello.


II


La escritora mexicana Elena Poniatowska tiene una biografía muy completa y extensa de la vida y obra de una de sus contemporáneas, Poniatowska todavía vive, pero compartieron el mismo tiempo y espacio: Leonora y Elena, la obra se llama simplemente así: Leonora y, como en los libros Anhelo de vivir y Moulin Rouge, Elena pinta apasionadamente: «que es como se tienen que hacer las cosas» la vida todavía más apasionante de la artista Leonora Carrington: «libro lo compré hace unos tres años y disfruté de su lectura».


Bernabé Alatorre y Elena Poniatowska coinciden en llamar a Leonora, más bien, en definir a la artista como una mujer de carácter fuerte, rebelde, liberal, impositiva y que se oponía a las reglas o rutinas familiares transmitidas por generaciones aristocráticas, esto, obviamente, le trajo un sinnúmero de conflictos, sobre todo, con su padre.


Por ello, Leonora, desde pequeña, a la edad de ocho años, comenzó a hacer sus bocetos o primeros dibujos, retratando la inconformidad que sentía contra la sociedad, rígida, inglesa y empezó a romper con lo establecido. Tan rebelde era que hay un testimonio que recupera el maestro Bernabé Alatorre que dice: «tan desesperada soy… que nací tres meses y un día antes de la fecha que debí haber nacido». Este es un testimoniazo que, a mí como lector, me estremeció sobremanera por lo impactante de la premura y, sobre todo, porque tiene un porqué, sencillamente.


Dije que más adelante iba a hablar de la bondad y benevolencia del número siete en la vida de Leonora y se ha llegado ese momento, ya di algunos datos sobre este signo inequívoco del siete en Edward James, pero en Leonora los datos son impresionantes:


En distintas culturas «los Caldeos, Babilonios, Griegos, Egipcios, Chinos, Hindúes, Mayas, Aztecas, Incas, Celtas etcétera» el número siete es cabalístico y es el número de la perfección, el día que Dios descansó del trabajo de la creación y, sobre todo, es el número de la vida como representación de la supervivencia de los nacidos con siete meses de gestación.


Resulta que, no sé si cosa curiosa o bien pensado por el autor, que está aquí para que nos diga y/o aclare esto o de plano que sea cosa del diablo, pero resulta que en el capítulo siete «coincidencia o destino» del libro Chorley que estamos presentando y comentando esta noche, se desata toda esta reacción en cadena, efecto dominó o como le quieran llamar del número siete. De entrada su nombre: Leonora, compuesto de siete letras; nace el 6 de abril «ahí me falló en número y mes», pero no nos falló en el año 1917, nació en Chorley, Lancashire, la palabra Chorley que es el lugar de su nacimiento y el nombre de este libro lo forman siete letras, fallece el 25 de mayo de 2011 «aquí no me falla en día porque sumados el 25 dan siete, pero sí me sigue fallando en el mes, mayo es el quinto y ni se diga en el año 2011 que no da nada». Aunque en alguna parte del libro, página cien para ser más preciso, cuando los personajes de Carrington están entrevistando a Carrington: «por eso hice mención de esa especie de Toy Story donde los juguetes cobran vida, así con los personajes de la pintora, ya me veo a mí mismo entrevistado por mis propios personajes, esto es surrealismo puro», el Gato sin botas le pregunta a Leonora: «¿Cuándo debió haber nacido?». Leonora le responde sin tapujos lo siguiente: «El día elegido, según mi horóscopo, mi nacimiento debió haber sido un día como hoy, siete de julio «ahora sí, día y mes correctos». Y, por si fuera poco, a las siete de la mañana. Nací en 1917, por lo tanto estamos celebrando mis 77 años». Así de genial como así de geniales son este tipo de personalidades. Pero dijera Raúl Velasco, aún hay más, en el capítulo siete del siete veces Chorley por sus letras, aparecen siete personajes de la obra de Leonora que enumero a continuación: «1) El gato sin botas, 2) Gato de la noche, 3) Gatos, 4) Dos Gatos, 5)Tres Gatos, 6) Perro y Gato y 7) Gorro caliente para esquiar. Uno de los gatos de Leonora se llama Marmeen, con doble e, la palabra está formada por siete letras M-a-r-m-e-e-n el significado de la palabra es marmota en luxemburgués, marmota consta, también, de siete palabras. A todo esto el gato maúlla Miauuuu con la mia y cuatro us, formando también, siete letras y vuelvo a citar la novela: «Vaya, vaya, hasta maúllas más largo, segura estoy de que estás pensando en tu nombre», dice Leonora. En 1942 Leonora llega a México, la fecha, sumada, da 16 y sumados a su vez el uno y el seis, nos da otra vez siete, su primer amor fue Max Engels a quien conoció en 1937 cuando él tenía, sí, 47 años. Su entrañable amiga Elena (así como la Poniatowska) sabía que a Leonora le gustaban los gatos, por eso le regaló uno para su cumpleaños número 70, esto en el año de 1987. Se dice que los gatos tienen siete vidas, aunque hay otras culturas y creencias que dicen que en realidad tienen nueve, «nosotros vamos a quedarnos con la idea del siete porque somos unos románticos empedernidos y punto». En 1947 nació su hijo Pablo y Emerico Weisz, esposo de Leonora, falleció en 2007. En otro pedazo de testimonio Leonora dice esto: «La gente mayor de siete años o menor de setenta no es de confiar, a menos que sean gatos, nunca está de más ser cuidadoso».


Como podemos ver a Leonora le gustaban los gatos y podría enumerar a siete personajes famosos que gustaban de los gatos tanto como Leonora, para seguir la tradición del siete: Juan García Ponce, Elena Garro, Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Elena Poniatowska, Frida Khalo y Octavio Paz. La lista podría ser de siete pintores, aquí sólo menciono personajes mexicanos.


III

Para finalizar y no menos importante, agradezco al maestro Bernabé Alatorre esta invitación a presentar Chorley, volver a compartir el tiempo y el espacio y hacerlo con mi querido amigo y maestro Melquiades Durán, y que nos haya metido de manera impresionante a la impresionante obra y vida de una pintora sin igual como lo fue, sin duda, alguna Leonora Carrington; hace poco en el Museo Regional de Historia de Colima, estuvo, por espacio de un mes por la premura de llevarla a otro lado, montada la exposición de algunas de las piezas de Leonora bajo el nombre de: Las posibilidades de los sueños, un evento que no podría haberme perdido menos estando las obras en el bello Colima.


Quienes asistimos vimos el mundo desde la perspectiva del que Leonora lo veía, con esos seres sacados como de los sueños más surrealistas jamás soñados. Chorley nos lleva a viajar por esos entramados de la mente de la pintora que vivió a plenitud como quiso vivir, que encontró en México «un país bastante surrealista a decir verdad» un paraíso donde realizar su sueño en plena libertad, que es en realidad lo que ella quería, ser libre. Donde vemos que los personajes creados por la autora salen de los cuadros a formar grupos, cuadrillas y recrear su misma historia, en tanto la pintora cae desvanecida de sueño y al otro día todo vuelve a la normalidad.


Chorley es un el descubrimiento de vida real y surreal de una personalidad como la de Leonora, hallo en el documento dos o tres cabos bien amarrados donde la historia embona perfectamente y me agrada sobremanera que tenga la particularidad de empezar de la misma manera y que termina igual, con el mismo acto donde, repito y cito finalmente: «donde las chimeneas de las industrias de Chorley sacaban lengüetas de humo de muchos colores con figuras surrealistas».

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