Al Robot: Huella Digital
Por: Edgar Tercero
Huella Digital
En un mundo de algoritmos e inteligencia artificial nos perdemos en la cantidad de opciones con las que contamos. Gracias al Covid el tener contacto con personas nos ha llevado a mantener distancias, y lo mismo pasará con los objetos.
Hoy existentes tantos asistentes virtuales y tan avanzados que nos sorprende el reconocimiento de voz que utilizan, muchos lo llaman inteligencia artificial, recordando un poco que es la aplicación más moderna del machine learning pero que depende completamente de ser alimentada por datos, muchos datos.
Por esta razón nos sorprenden diferentes empresas con tecnologías que nos asombran, alegran y por supuesto nos interesa experimentar. Tecnologías que se agregan a los dispositivos que compramos, son gratis y solo requieren que nosotros aprobemos su uso, con esto podemos experimentar un sin fin de sensaciones, tecnologías fuera de este mundo.
Pero no será un precio muy alto pagar con nuestra privacidad para que diferentes compañías puedan hacernos la vida más fácil, realmente ese será el objetivo o únicamente desean incrementar sus ventas. Toda esa información “privada” es enviada a una empresa data broker, empresas que se encargan de hacer negocios con esos datos y venderlos al mejor postor.
Algunos dirán pues yo ni utilizo internet, viajo anónimo, no tengo tal o cual red social, pero sucede que estas empresas (data bróker) compran información a bancos, tarjetas de crédito y demás instituciones en las que estamos dado de alta por x o y razón. Pero yo firmo un contrato de confidencialidad ¿Lo has leído alguna vez? ¿Has pedido que esa información sea borrada después de que ha pasado cierto tiempo? Es como todo aquello que es de uso popular, con el tiempo es tan libre que puede ser reclamado como propio y por supuesto ponerle patente o registrar su marca. Así como hacen con el himno nacional mexicano que cada vez que se toca en ceremonias oficiales hay que pagarle a una empresa estadounidense regalías por tener la marca registrada, pero no nos sintamos mal, esa misma empresa tiene los himnos de otros países únicamente el de su país no lo tienen, sería un insulto cobrarle a tu propio país.
¿Quién nos asegura que esa información se destruye? La mayoría de las veces esa información se almacena y deja allí por años hasta que es olvidada, encontrándose a la deriva o ser encontrada por alguien que conoce el valor de los datos y puede venderlo a quien le plazca.
Hace algunos años tuve la oportunidad de experimentar con una herramienta para visualizar patrones y comportamientos de las personas, para llevar dicha actividad requería alimentarla con bastantes datos, los cuales no me era posible generar con las fuentes que contaba en ese momento. Un compañero de trabajo me mostro un sitio que me permitía gracias a una suscripción bajar suficientes datos privados de las personas para poder ejecutar mis modelos y hacer análisis estadístico. De momento me pareció fascinante, pero tiempo después me cuestione de donde obtienen información estas empresas y cuál es mi sorpresa que lo toman de los sitios, aplicaciones, redes sociales que usamos todos los días.
¿Pero yo nunca coloco mis credenciales de correo cuando utilizo la computadora? Yo preguntaría ¿Qué navegador te gusta utilizar? Nosotros generamos una huella al utilizar los diferentes dispositivos, que nos hacen únicos, que actualmente viaja con nosotros a dónde nos dirijamos, porque aunque no entremos con nuestras credenciales a nuestros correos o aplicaciones basta que lo hagamos una vez o utilicemos este tipo de navegadores que nos sugieren sitios de acuerdo a nuestras preferencias para que sepan qué tipo de lugares nos gusta visitar, que utilizamos con mayor frecuencia, haciendo un mapa de nuestras actividades, asociándonos un comportamiento de tal forma que en cuanto otro dispositivo encuentre un patrón similar sea capaz de identificarnos.
¿Alguna vez cierras las sesiones de tus aplicaciones en el celular? No requiero ser psíquico para conocer esta respuesta, la realidad es que no lo hacemos, siempre aceptamos los términos y condiciones sin leerlos en su totalidad. Se nos pregunta constantemente, debido a las nuevas legislaciones, si estamos de acuerdo o no en aceptar las condiciones para tener acceso, de otra forma no podremos utilizar la aplicación o entrar al sitio que deseamos.
Nosotros estamos allí por algo, sin detenernos a pensar un momento regalamos nuestra privacidad, así como si nada. Sin embargo, esto no es nuevo, ya lo venimos haciendo desde hace muchos años, la diferencia es que ahora se toman la molestia de preguntar por nuestro consentimiento, lo que nos hace responsables a nosotros y a las empresas la deslindan de cualquier responsabilidad.
Inclusive hoy empresas como Google te pagan por realizar encuestas, las cuales pueden parecer muy sencillas, que individualmente no representan algo importante, pero al hacerla a millones de usuarios pueden perfilar al público permitiendo así lograr publicidad bien dirigida, identificar y llegar al objetivo ahora toma menos intentos.
Nos da miedo o vergüenza que los vecinos se enteren de nuestras vidas, incluso la familia, pero en redes sociales nos desinhibimos por completo, dando acceso a propios y extraños. Realmente no le damos importancia a esta huella que estamos dejando de nosotros a todos los lugares que vamos.
Toda esta maravilla no hubiera sido posible sin la llegada del big data y por supuesto del internet. Para que la inteligencia artificial llegue a tomar semejante poder debe ser alimentada, de tal forma que los sistemas aprendan lo suficiente para ser autónomos, en ese momento gracias a los algoritmos con que sean creados podrán tomar decisiones propias, o darnos las opciones que nosotros requeriremos en un futuro.
Empresas como la famosa Cambridge Analytica tenían 5000 puntos de datos de cada ciudadano en los Estados Unidos, es decir, conocían 5000 datos privados de las personas. Hasta podría decirse que conocen más de nosotros que nosotros mismos. Nuevamente, somos personas de comportamientos y tendemos a repetir acciones por lo tanto con la tecnología adecuada, la paciencia, así como el tiempo necesario podremos predecir lo que vamos a realizar.
Al ser personas de comportamientos, tenemos un horario para despertarnos, nos dirigimos siempre a un lugar utilizando el mismo trasporte, tenemos preferencias políticas, comida favorita, cierta condición médica, tendemos a tomar vacaciones en ciertas fechas, compramos artículos durante ciertas épocas del año, nos gusta cierto tipo de películas y la lista sigue creciendo. Ese mismo comportamiento lo llevamos al mundo digital, lo que permite identificarnos haciendo un mapa de nosotros, en este caso nuestra huella con la que somos identificados a donde sea que vayamos, por lo tanto, también es posible identificar cuando actuamos de una manera atípica.
Hay países donde las leyes ya regulan este tipo de acciones, permitiendo conocer las preferencias de su población, sus ideologías, permitiendo de esta forma actuar a tiempo cuando alguien desee provocar algún disturbio o atentas contra la salud de otras personas. O por lo menos así lo venden y sus habitantes así lo compran.
Al final mucha de la información no la toman solo las empresas haciendo exploración en internet o las redes sociales. Si es cierto que los datos se pueden comprar, hay muchos datos que nosotros subimos voluntariamente. Hace un tiempo platicando con un amigo y haciendo experimentos utilizando Facebook y Google maps para seguridad me mostro como tomando la foto de una persona que aparece patinando en un parque podría descubrir su ubicación, sumado a las fotos que tenía esta persona que se tomaba al salir o entrar a su casa hizo un recorrido exacto en Google maps de donde se encontraba viviendo esa persona. Fue un trabajo manual sin herramientas sofisticadas, simplemente entrando a una red social y utilizar una herramienta que todos tenemos en nuestros celulares.
Así mismo este amigo me mostro como ciertos servicios de Google pueden determinar la edad que tenemos, y tener un registro de nosotros desde que nacemos, tal vez exista una generación que no tiene las fotos propias de cuando era niño, pero hoy es una realidad que le toman foto a sus hijos desde que nacen, por lo tanto, ya se tiene un registro completo de la persona desde su niñez hasta la edad adulta. Por supuesto, todos aquellos que ponen una foto de cuando eran niños para celebrar el “día del niño” han alimentado al sistema para identificarnos, no requerimos subir nosotros la foto, basta con que un familiar o amigo respalda esa foto, nos etiquete para que la herramienta haga un rastreo, compare y obtenga el resultado de quien es esa persona no importa la edad que tenga cuando aparece en la foto.
Regresando un poco al inicio de esta columna, platicaba yo de dispositivos como Alexa, asistente como Siri o el Asistente de Google que para poder hacer uso de estos sistemas debemos estar de acuerdo con el uso comercial, almacenamiento entre otras cosas que ser hará con nuestras voces. En parte nos ayudará a evitar tocar cosas, pero también permitirá identificarnos por nuestra voz, así que nuestra huella digital sigue expandiéndose más allá de solo imágenes, direcciones, comentarios, preferencias, hablamos ya de un modelado completo de nosotros mismos.
Creo que esta tecnología es asombrosa, si la pensamos como herramienta creo que es muy útil, facilitará muchas cosas, inclusive podrá permitirnos aumentar nuestra seguridad, pero también entra en juego la ética, ese elemento tan importante que deberá sobresalir sobre los beneficios económicos que pudiera traer.
Por eso es importante que entendamos que estamos haciendo cuando instalamos y aceptamos ciertas aplicaciones. Saber que cuando nos ponemos carita de perrito, o superponemos nuestras fotos estamos dándole información de nuestros rostros para el uso que ellos deseen, por un lado, que tengan nuestro rostro para identificarnos es el menor de los problemas, que utilicen nuestro rostro para colocarlo en alguien más para suplantar nuestra identidad cometiendo cosas que nosotros no haríamos. Por eso toma relevancia nuestra huella digital que permitirá determinar que es imposible que seamos nosotros, pero con la tecnología actual, los datos suficientes podrían hacerse cosas buenas como no tan buenas.
Todo lo anterior es con la intención de hacer consciencia, se que vivimos en una época donde estamos rodeados de todas estas aplicaciones, cambiemos un poco nuestra huella digital, agregando comportamientos nuevos, mantengamos un poquito el anonimato, no requerimos que todos sepan todo sobre nosotros, seamos discretos y mantengamos ese misterio que nos hace ser humanos.
“Si vamos a dejar huella que sea la mejor”
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