Café exprés: Much Love: Vindu Gross
Por: Alberto Llanes
Much Love: Vindu Gross
La semana pasada recibí una llamada telefónica (mientras jugaba al turista mundial con Ricardito ya no tan bebé a quien, por cierto, le ha dado por jugar esto y le ha servido mucho para identificar países, contar muy de corridito y hasta más allá del diez porque ya se anda aventurado con el veinte y otros números más, aunque en el turista con dos dados máximo llegamos a contar hasta el doce, en fin), les decía que mientras jugaba con mi hijo recibí una llamada que me alegró el día y no sólo eso, me hizo la semana.
Del otro lado de la hebra estaba mi querido amigo Rodrigo Ramírez del ayuntamiento de Colima quien además de la alegría de la mañana me devolvió, aunque sea por un instante, un pequeñísimo instante, la esperanza de los eventos culturales en un ambiente presencial en medio de esta pandemia.
Por supuesto que le dije sí a Rodrigo y, discúlpame, Rodrigo, pero más que decirte sí a ti, fue decirle sí a Vindu Gross, nuestro padre del jazz en Colima como bien lo definió Rosario Rangel en el documental que nos presentaron aquella deliciosa y decembrina noche... donde encontré caras cincuenta por ciento conocidas (por aquello del cubrebocas y el reconocimiento facial a la mera mitad). Y les explico un poco para quede todo más claro todo esto de lo que les estoy hablando de la llamada, el documental y más.
Rodrigo Ramírez me llamó para hacerme una invitación a un evento cultural (presencial), sí, de los que ya no hay, por cierto, o de los que dejaron de existir por la pandemia. Hemos pasado suficiente tiempo metidos en nuestra casa a consecuencia del Covid-19; y hemos sido muchos los que estamos acatando el #QuédateEnCasa a carta cabal, así que cuando Rodrigo me dijo el motivo de la llamada y que requería de nuestra presencia (de gente del ámbito cultural) en el patio central del ayuntamiento (evento super mega restringido a un máximo de treinta personas distribuidas en sana distancia en toda la explanada con cubrebocas y careta (así las cosas de nuestra nueva normalidad), yo le contesté de inmediato que sí iba, porque además ya estoy hasta la madre del encierro y cierto es que esto va para largo y que no podemos vivir siempre en una burbuja.
Tengo entendido que Vindu Gross, sabedor de la nueva normalidad… fue quién eligió a esos treinta miembros del ámbito cultural para que lo acompañaran a la premiere del documental en su honor, honor, vaya la redundancia, el que me haya elegido a mí para estar presente esa noche, ahí…
Diez minutos antes de las ocho de la noche me apersoné en el lugar en compañía de mi mujer; los hijos se quedaron en casa, acompañados de un adulto responsable, para evitar situaciones. Me dio gusto ver caras conocidas como al doctor Ángel Gaona, Mar Delgado, Arturo Hernández, Rubén Carrillo, Grace Licea, Sergio “Tapiro” Velasco, Pibe Árcega y Dianita Peña sólo por mencionar algunos y los que vi, a la distancia. Entre la concurrencia se encontraba Leoncio Alfonso Morán Sánchez, presidente municipal, su esposa y uno de sus hijos, quienes tomaron lugar en primera fila a lado del homenajeado de la noche que fue el gran Vindu Gross. Justamente, el culpable, por así decirlo, de estar esa noche ahí, era el presidente municipal quien apoyó este magnífico proyecto para conocer un poco más de Vindu, el siempre sonriente, Vindu Gross.
Conocí a Vindu desde hace muchos años en alguna de las tertulias con el maestro Miguel Ángel Cuervo y, posterior, fui un asiduo visitante del Café uno, dos tres, que Vindú, junto con su esposa, tenían allá por la década de los años noventa en la calle corregidora. Al café iba acompañado de mi querida amiga Nery Saavedra, quien, generalmente, pedía un té de las muchas variedades que tenía la pareja para ofrecer y yo, siempre bohemio, prefería algo más como una cerveza, je, no es ninguna novedad.
Recuerdo que en el Café uno, dos, tres, Nery y yo trazamos los primeros bocetos de lo que fuera nuestra revista Ciudad en blanco, hicimos el proyecto, lo redactamos, corregimos, leímos y releímos y lo metimos a un FECA (hoy llamado Pecda) para conseguir, por decirlo así, patrocinio para la edición e impresión; fue justamente en el café de Vindu donde le pusimos nombre a ese proyecto. En tanto estábamos en eso, la música del sax de Vindu nos acompañaba en todo momento, y no sólo música de él, sino música de la tantísima que tenían ahí la pareja de músicos. Grandes planes teníamos para nuestra revista literaria y, además, estábamos bajo el cobijo de la familia Gross lo que engalanaba todo.
Músicos (y todos los oficios que mencionaré a continuación llevarán su parte femenina), pintores, escritores, fotógrafos, bailarines, artistas plásticos, actores, videastas y un largo etcétera más pasamos por las filas de ese espacio. Nunca he visto Vindu triste por más adversa que sea la situación, Vindu es un artista como los que ya no hay o de los que quedan muy pocos. Es un tipo alegre que no da paso sin su saxo. Viste como artista, vive como artista, habla como artista y en el documental vemos esa parte humana, ese lado de Vindu que algunos/as conocen, pero que mucha gente no.
Es un gran acierto que el ayuntamiento de Colima en manos de Leoncio Alfonso Morón Sánchez, se haya dado a la tarea de homenajear (en vida que es como debe ser) a un artista de los de antes, a un artista en toda la extensión de la palabra… y que si no es colimense, que si no es siquiera mexicano, eso pasa a segundo término porque he oído a Vindu defender el terruño y eso lo hace tal colimense como el que más.
Aquella noche (del 2 de diciembre) de reencuentro con la música, especialmente con el jazz, fue una noche también de reencuentro con los eventos culturales presenciales (al último evento presencial que fui antes de la pandemia fue en mi querida Ciudad de México en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería a inicios de año).
Ya nos hacía falta un evento así, con amigos, amigas, pero sobre todo, ya nos faltaba que alguien le rindiera un merecido homenaje al maestro Vindu Gross que, dicho sea de paso, al finalizar su homenaje estaba tan emocionado, que no le salía nada de voz y era visible que el documental, titulado Much Love, lo había conmovido casi puedo decirlo y jurarlo ante la biblia, hasta las lágrimas, gracias ayuntamiento, pero sobre todo, gracias a ti, Vindu Gross.
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