En Palabras Llanes: Mucho gusto Ser afortunado Parte IV
- Alberto Llanes*
- hace 4 días
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Mucho gusto
Ser afortunado
Parte IV
Se acostumbra que, antes de las rifas, tanto el líder sindical como nuestro rector, den un discurso a la comunidad reunida en ese comelitón festivo. En ese discurso hablan de los logros del sindicato, de los derechos ganados que ha tenido y tiene el trabajador, de las metas por alcanzar y de lo que aún, a estos años, nos hace falta trabajar como sindicato, para lograr más y mejores cosas y la tan ansiada consolidación. El discurso del rector va por el mismo sentido, logros, retos, alcances, metas, objetivos que, como institución de educación, tiene la Universidad de Colima en trabajo conjunto con su gremio de sindicalizados.
Todo es fiesta, aplausos, risas, charlas, comida, bebidas, saludos con amigos/as, compañeros/as universitarios que, podría decir, a algunos sólo los veo una vez o dos veces al año, sí, justamente ahí, en los famosos desfiles universitarios…
Terminan de discursear los discursantes y, entonces sí, empiezan las rifas: el sindicato y la universidad rifan el mismo número de «premios» que, repito, constan en vales que canjeas por dinero: siete son de cinco mil, siete más de siete mil y cinco de diez mil. A veces con el micrófono bien sonorizado, las más de las veces con un eco extraño que resuena por todo el recinto universitario; arranca todo este bonito espectáculo y yo traigo mis boletos en la mano. El corazón vibra por la ilusión, la emoción, de ganar tú o de ver ganar «sin albur» a alguien más. A final de cuentas, todos somos universitarios y da gusto ver ganar a alguien.
Como yo soy más chamoy que el mismo chamoy, siempre voy con la expectativa de que alguien más se va a ganar el premio. Pero ese día fue especial, ya lo dije, 23 de noviembre de 2024 «casi casi me voy a tatuar la fecha». Se rifaron los números que otorga el sindicato. Con el ánimo caído por no haber sido llamado en esta ocasión por el sindicato; me puse a revisar mi celular y a enviarle un mensaje a Mirna diciendo que no, que, por lo pronto, no había tenido suerte «no sabía lo que me esperaba y lo que estaba por venir». En esto estaba, cuando empezó el rector a mencionar a los afortunados ganadores de las rifas que daría la Universidad de Colima; cuando, en el fondo, escuché mi nombre, pero en el fondo, porque estaba charlando con Mirna vía celular, reaccioné cuando Deisy me regresó de sopetón a la realidad diciendo que me estaban llamando a mí y, sin pensarlo, me levanté impulsado por un cohete y con la suela del tenis a medio desprender y corrí por mi premio que, ni enterado estaba de cuánto sería «a final de cuentas esto era lo de menos», lo padre era oír tu nombre y saber que tu corazón «hablo del mío y desde el momento en que me entregaron mi playera sentí» que no se había equivocado en este señal.
Saludé a las autoridades, el público, a mi alrededor, ovacionó mi recorrido, pasé por mi vale y, con todo y suela desprendida, me fui de regreso a mi lugar, emocionado, confundido, alterado, pero bien, muy contento por haber ganado amén de que nunca he ganado nada o que soy muy malo para ganar en este tipo de eventos. Pero siempre hay una primera vez.
Siguieron las demás rifas. Tomé mi celular, le mandé un mensaje a mi mujer, le dije que me había sacado un premio, me respondió: «mira, dijiste bien, tu corazón latió con certeza». Le agregué que todavía iría por más, por lo menos, la quiniela de 50 pesos. No acababa de decir esto, cuando, empezó la rifa de las quinielas, primero la de 50 pesos, luego la de cien…
…salí de ahí minutos después de concluir las rifas, siendo afortunado, muy afortunado, con un sobre amarillo grande bajo mi brazo.
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