Ágora: Un segundo gobierno de la 4T. O la capacidad de equilibrar intereses
Un segundo gobierno de la 4T. O la capacidad de equilibrar intereses.
Por: Emanuel del Toro.
Una de las mayores cualidades que distinguió al anterior gobierno de la llamada 4T, fue su prodigiosa capacidad de conciliar intereses por demás disimiles. Para decirlo en corto, la de López Obrador fue una administración federal que siempre estuvo un paso adelante de sus adversarios.
En ese sentido, mucho se ha dicho respecto a la incertidumbre que la cuestión despierta de cara a la actual Presidente Claudia Sheinbaum, la cual por los motivos más diversos, ha ido dando muestras de contar con un estilo personal de gobernar propio, que se diferencia sensiblemente del de su predecesor. Porque a diferencia de este, la actual mandatario de México, no parece contar con la legitimidad moral que distinguía a su fundador. Sin embargo, pese a carecer del liderazgo y/o el carisma natural que caracteriza a Obrador, no es menos cierto que si algo ha puesto de manifiesto la actual Presidente, es que muy a su estilo, su gestión promete no quedarse atrás respecto a su capacidad de conciliar intereses.
Al respecto, se puede entender que la Presidente Claudia Sheinbaum ha pedido a los dos coordinadores de Morena en las cámaras dejar de lado sus diferencias y operar en favor de la unidad que precisa el proyecto de la llamada 4T. Como no podía ser de otro modo, la exhibición pública de los trapos sucios de Adán Augusto López, –líder en el Senado–, y Ricardo Monreal, –su símil en la Cámara de Diputados–, hizo la delicia de la oposición y/o la prensa disidente.
Al llamarlos a conciliar intereses, la Presidente asume que la compleja responsabilidad que el gobierno de México tiene para conTrump y el reto de despabilar una economía que tiende al estancamiento, son temas que no admiten desgastes innecesarios. En ese sentido, ante la magnitud de los retos por enfrentar, cabe preguntarse si tales mandos son los idóneos.
Para ser francos, habría que decir que entre Monreal y Adán Augusto han conseguido 13 de las 18 reformas incluidas en el Plan C de Lólpez Obrador, todo en apenas cuatro meses de sesiones legislativas, nada mal. Lo que no quita de decir que si bien han sido muy efectivos en términos de rendimiento político, han conseguido todo a partir de mayorías constitucionales a modo, componendas y/o negociaciones carentes de toda ética y principios, así como de una buena dosis de cinismo y/u oportunismo, todo fuera por hacerse sí o sí, con el voto de Yunes, y conseguir a partir del mismo, dictámenes apresurados y/o cargados de vicios.
Todo en un estilo por demás faccioso y/o marrullero, que penosamente hace recordar más al viejo PRI, que a la nueva ética de un gobierno genuinamente cercano a los intereses del ciudadano común: ¿Así cuál transformación? Porque para decirlo claramente: Los modos de gobernar de Morena, –muy al viejo estilo de toda la vida con el autoritarismo priista–, en nada preconfiguran una vida pública más ética, sana y/o justa, como es que anuncia la 4T que caracteriza el quehacer de sus gobiernos. Semejante estado de la cuestión decepciona y mucho.
Dejar nuestra vida pública en manos de semejantes operadores para lo que resta del sexenio, desmoraliza. Deja un muy mal sabor de boca terminar de reconocer que si no se corrigen los viejos modos de hacer política. Tales modos terminarán por hacer naufragar cualquier posibilidad de conservar un mínimo de congruencia de principios. El pragmatismo a toda costa, es precisamente el tipo de calculos que por su reiterada incidencia, como por la profundidad de sus repercusiones operativas e institucionales, terminan poniendo en entredicho las posibilidades de un cambio genuino.
Que lo entienda a bien la hoy Presidente, me parece una cuestión crucial, toda vez que la coyuntura pone sobre la mesa de la discusión, la urgente necesidad de romper inercias y/o establecer nuevas hojas de ruta de acción. Porque como no se lo haga, será el propio Morena el que termine haciendo naufragar el movimiento que al menos desde el punto de vista nominal lidera. Tal es nivel de control y/o penetración de Morena en las entrañas del poder, que hoy por hoy no existe nadie capaz de hacerle frente a Morena, que el propio Morena.
Para nadie es un secreto que hoy Morena se lleva lo que se dice el “carro completo”. De ahí el valor de que sea el propio Ejecutivo el que mande la señal de disciplinarse. Por mucho que semejante proceder signifique terminar echando modo de usos y/o costumbres políticas, que en poco o nada tienen que ver con lo que una democracia genuinamente significa. Lo cual resulta toda una ironía, –por decir lo menos–, cuando se pone en perspectiva que todo ello ocurre a manos de la misma generación que durante décadas se rasgó las vestiduras por denunciar los abusos y/o las arbitrariedades que replicaba el PRI para hacerse con el poder y/o concentrarlo. Que sí, que promete haber 4T para rato, ni dudarlo.
Pero más valdría que desde el propio Morena fueran ejerciendo un necesario sentido de autocrítica. Porque como no se lo haga, se terminará replicando todas y cada una de las viejas prácticas corporativas del viejo régimen autoritario. Morena tiene hoy todo el poder, pero tener el poder y/o conseguir concentrarlo, no equivale saber qué hacer con el mismo. La pregunta del millón en ese sentido, es terminar de dilucidar si en Palacio Nacional son conscientes al respecto. Hoy urge hacer un sano equilibrio entre un necesario pragmatismo político y una congruencia discursiva no menos significativa. Una encomienda para la cual el propio López Obrador ha terminado dejando la vara muy en alto.
Comments